jueves, 28 de agosto de 2008

El ejemplo de dos Reyes

Este editorial sirvió de introducción al número de Monarquía Europe a que se editó tras el fallecimiento de S.A.R. Don Juan de Borbón y de S.M. el Rey Balduino I. En breve se cumplirá el decimo quinto aniversario de la muerte de Don Juan. Los artículos que se publicaron en memoria de ambas personalidades de la Monarquía se han insertado anteriormente en este blog.

En poco menos de cuatro meses, Europa perdió a dos Reyes pertenecientes a una generación de Monarcas ejemplares o, mejor dicho, a un Rey y otro que fue privado de serlo a pesar de haber tenido el derecho y la legitimidad.

Tres generaciones

A S.A.R. Don Juan III, "Rey Padre de España" - le correspondía ser Rey por su condición de Príncipe Heredero y encarnación de la Monarquía española durante treinta y cinco años y por sus derechos dinásticos a los que llegó a renunciar tan generosamente en favor de su hijo S.M. Don Juan Carlos I.


S.M. Don Balduino I, Rey de los Belgas, era el Rey más veterano después de la Reina Isabel II y gozaba de un fervoroso amor de su pueblo por su gran simpatía y su valentía e integridad mostradas en situaciones difíciles por las que pasó su país.

De pocos Monarcas o Príncipes Herederos se ha podido decir que han sido tan ejemplares tanto para sus pueblos como para la institución que representaban. El grado de abnegación de Don Juan III ha sido total. Anteponía a todas sus aspiraciones personales, legítimas y comprensibles, el fin último de su mandato: restaurar la Monarquía en España. Balduino I defendía con integridad moral y valentía los valores innatos de la Monarquía, incluso por encima de las críticas de la prensa y de sectores políticos que siempre reclaman para sí el derecho a actuar conforme a su conciencia, pero negaban ese mismo derecho al máximo representante del pueblo belga.Ambos supieron defender a la institución monárquica con rigor y conocimiento de causa corrigiendo lo que otros no pudieron o no se atrevieron a decir.


Hoy en día, muchas cosas han cambiado. 
El amor patrio es tachado de anticuado. La creencia en un destino, él de ser Rey, también ha sufrido debilitamientos. Muchas veces da la impresión que la realeza ha perdido la facultad o la voluntad de transmitir los valores innatos de la Monarquía: Cuando algunos príncipes herederos no quieren saber nada de antiguas leyes sucesorias, que no son tan anticuadas ni carentes de sentido como puede parecer, o cuando otros se resignan a su papel de decoración más o menos lujosa del Estado en lugar de interesarse más a fondo por los problemas sociales que deben ser llamados por su nombre, o cuando omiten la defensa de la institución monárquica cuando sus representantes están llamados a hablar en su favor.


Tanto S.M. Don Juan III como S.M. Balduino I supieron estar a la altura de todas las exigencias a las que tuvieron que responder durante sus respectivos reinados. A ellos tenemos que agradecer que la Monarquía haya sobrevivido en España y Bélgica y que sirva de modelo para otros pueblos hasta hace poco oprimidos por la hoz y el martillo. Que su ejemplo no quede en el olvido y anime a superar posturas de pasividad institucional.

Editorial publicada en Monarquía Europea Nº 7/8 - Año III - Octubre 1993

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