domingo, 31 de agosto de 2008

Serbia: La oportunidad desaprovechada de la Monarquía

Estos artículos se publicaron en Monarquía Europea Nº 2 en septiembre de 1991, justo después del cambio político en los países del este de Europa y con anterioridad a la Guerra de Yugoslavia, que fue consecuencia y también origen de la división de los Balcanes en los estados que conocemos hoy: Eslovenia, Croacia, Bosnia-Herzegóvina, Serbia, Montenegro, Macedonia y ahora también Kosovo.

Esta documentación adquiere cierto interés al presentarnos la situación de entonces, tan diferente y con menos estados que uno se podía imaginar en 1991. Uno de ellos, Eslovenia, forma ahora parte de la Unión Europea, y tanto éste como Montenegro usan el Euro como moneda nacional. En Serbia hace años ya no gobierna Milósevich, que fue juzgado por el Tribunal Internacional de La Haya y falleció posteriormente. Su desaparición hizo posible que el Príncipe Heredero de Serbia pudiese volver a su país y recuperar la propiedad del Palacio Real que habitaban sus ancestros.

Aunque la situación de lo que había sido Yugoslavia ha cambiado sustancialmente, no ha cambiado el papel que puede jugar S.A.R. el Príncipe Heredero de Serbia Don Alejandro en la nueva Serbia, donde se plantean seriamente una vuelta a la Monarquía al ver en esta institución la única posibilidad de preservar la identidad nacional y la cohesión entre las regiones que aún forman Serbia.

El artículo que en 1991 nos escribió nuestro gran amigo el Duque de Saint-Bar es un excelente resumen de lo que eran Serbia y Yogoslavia hasta 1990 y lo que podría significar la restauración monárquica en Serbia. Las referencias a Yugoslavia son, lógicamente, históricas, pero perfectamente aplicables también a Serbia. Se actualizaron algunos conceptos como Unión Europea (en lugar de Mercado Común o Comunidad Europea).
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Introducción

En la antigua Yugoslavia, los políticos demostraron nuevamente su incapacidad de resolver los problemas de su país por falta de voluntad de llegar a un consenso aceptable para todos o, al menos, la mayoría.

La única experiencia democrática positiva que experimentó Yugoslavia con anterioridad a 1990 había sido la Monarquía parlamentaria de 1921-1941. Entonces fue posible la pacífica convivencia de los diferentes grupos étnicos, cuyo punto en común era la lengua serbocroata.

Oficialmente, nadie planteó después de 1990 la posibilidad de restaurar la Monarquía, única vía eficaz para restablecer la paz y la unión en este país balcánico. Pero es habitual que los políticos piensen primero en sí mismos y en su afán de protagonismo, sus intereses partidistas y su posición privilegiada. Olvidan que se trata de un bien superior al que servir, el bienestar de su pueblo, el progreso de su país y la solidaridad. Esa será la única explicación por qué no han parado en ceder la jefatura del estado al qie legítimamente la ejercería: S.A.R. el Príncipe Don Alejandro, hijo del último Rey de Yugoslavia, Don Pedro II. No sólo representa una legitimidad histórica desde 836, sino daría coherencia a un país que desde el totalitarismo comunista había sufrido una división étnica nunca habida y una agitación irracional avivada por los sectores comunistas que no querían dejar el poder que ya no les pertenece ni les corresponde.

Yugoslavia necesitaba urgentemente un sistema político estable, justo y con garantías de pacífica convivencia. Yugoslavia necesitaba un poder moderador entre los diferentes grupos de presión, un poder superior completamente independiente de cualquier ideología y que no tiene lazos con el anterior régimen comunista, capaz de encontrar un consenso aceptable para todos.

Parece que sólo existe una persona con la preparación necesaria y que podría moderar entre los grupos étnicos yugoslavos: S.A.R. Don Alejandro, Príncipe Heredero de Serbia.

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Yugoslavia en otoño de 1991
por el Duque de Saint-Bar*
Antiguo Ayuda de Campo de
S.M. el Rey Don Pedro II de Yugoslavia

Yugoslavia era una sola nación. Más del 75% de la población hablaba serbocroata y el 88% se componía de las mismas gentes, es decir, de eslavos del sur. Las minorías representaban sólo el 12% del total de la población. Los yugoslavos se diferenciaban principalmente por su religión: católicos en el norte y ortodoxos en el sur.

Al contrario de Serbia, Eslovenia nunca había sido un estado independiente. Croacia sólo había sido independiente durante un corto período en el siglo XII y nuevamente durante la Segunda Guerra Mundial, cuando Hitler y Mussolini crearon en 1941 el estado marioneta llamado Estado Independiente de Croacia. Uno de los primeros actos fue declarar la guerra a los Estados Unidos y a Gran Bretaña. Su líder, Ante Pavelich, de acuerdo con las estadísticas publicadas por los Tribunales de Nuremberg, masacró a más de 500.000 serbios y 70.000 judíos que vivían en el llamado Estado Independiente de Croacia entre 1941 y 1945. De allí no sorprende que los serbios siguieran vigilantes. Después de todo, Yugoslavia había sido gobernada desde la Segunda Guerra Mundial por un croata, Tito, seguido de un esloveno, Eduardo Karadchich, ninguno de ellos amigos de los serbios. Foto: El Duque de Saint-Bar junto a SS.MM. los Reyes de Yugoslavia, Don Pedro II y Doña Alejandra.

Hasta 1910, sólo 48.000 de los habitantes de Croacia y Eslovenia, entonces bajo dominación austro-húngara, tenían el derecho al voto. Fue después de la caída del Imperio Austro-Húngaro y la fundación del Reino de los Serbios, Croatas y Eslovenos en 1918, cuando el número de votantes croatas llegó a 636.000. Durante las primeras elecciones al parlamento yugoslavo en 1921, el Partido Rural Croata obtuvo 50 escaños, mientras que en el parlamento local (Sabor) de Croacia, durante los tiempos del Imperio Austro-Húngaro, sólo disponía de tres diputados.

Por el compromiso que llevó a la creación del Imperio Austro-Húngaro en 1867, los eslavos, aunque constituían la mayoría en número, fueron sacrificados por las dos partes mayoritarias, Croacia cayó bajo la dominación de Hungría, y Eslovenia quedó bajo dominación austríaca. El canciller austríaco Von Beust dejó muy claro su lema cuando decía: "Los eslavos no están preparados para ejercer el poder, deben ser gobernados." El primer ministro húngaro Conde Andrassy aseguró al canciller Von Beust: "Ustedes se ocupan de sus bárbaros, y nosotros nos ocuparemos de los nuestros."

Bajo la Monarquía, tanto el Rey Don Pedro I como su hijo, el Rey Don Alejandro I, promovieron el concepto de la Nación Yugoslava y su unidad. Pedro I dijo en 1918, cuando se creó la nueva nación: "En Yugoslavia, nadie será amo y nadie ser`´a esclavo, pero todos serán iguales." De acuerdo con este postulado, el Rey Don Alejandro I nombró primer Ministro de Asuntos Exteriores del nuevo Reino de Yugoslavia al croata Antic Trumbich.

En 1928, nombró primer ministro al esloveno Antón Korochets. En 1925, la mayor parte de los croatas representados por el Partido Rural Croata reconoció la unidad del estado yugoslavo, la dinastía de los Karageorgevich y el gobierno parlamentario. La coalición de diputados serbocroatas controlaba más de tres cuartas partes de los escaños en el parlamento y contribuyeron enormemente a la consolidación del nuevo estado unificado de Yugoslavia. La Monarquia, inicialmente serbia, luego yugoslava, se transformó en Monarquía constitucional en 1903. Cuando el Rey Don Pedro II presidió su primer gobierno de Belgrado durante la Segunda Guerra Mundial, el primer ministro fue un croata, y en el gobierno hubo tres ministros croatas y tres eslovenos. Por parte del Rey Don Pedro II había el gran deseo de que todas las regiones estuvieran justamente representados en el gobierno. Foto: S.M. el Rey Don Pedro I, 1903-1918 Rey de Serbia, 1918-1921 Rey de Yugoslavia.

Después de la ocupación del Belgrado por el Ejército Rojo, el dictador comunista de origen croata, Tito, llegó al poder con la ayuda de Stalin y la pasividad de los aliados occidentales. Gobernó el país con mano de hierro y avivó las diferencias entre serbios, croatas y eslovenos en lugar de acentuar sus muchas similitudes, lo que le hizo más fácil mantener su poder opresivo sobre Yugoslavia. Abolió la Monarquía el 29 de noviembre de 1945, sin ningún referéndum.

La postura de Tito era completamente contraria a la del Rey Don Alejandro I y del Rey Don Pedro II. El régimen de Tito confirió a las seis repúblicas una clase de soberanía que agravó la animosidad entre serbios, croatas y eslovenos. Entre las dos guerras mundiales eran los partidos políticos afines que se disputaban democráticamente el poder en el parlamento.

Sería terrible ver una nación como Yugoslavia destruida en el preciso momento cuando en Europa se forma un movimiento hacia la unificación y federación, que deberá asegurar para Europa la paz y la prosperidad. Foto: Palacio Real de Belgrado, actual residencia de la Familia Real de Serbia.

Cada vez más yugoslavos de partidos de la oposición estaban a favor de la vuelta de S.A.R. el Príncipe Heredero Don Alejandro de Yugoslavia, ya que pensaban que sólo él podría facilitar el necesario fundamento para mantener las repúblicas unidas y salvaguardar los derechos de las minorías en una Monarquía constitucional y democrática, y siendo ya 8 de 10 las Monarquías que forman parte de la Unión Europea.

* El Excmo. Sr. Duque de Saint-Bar, Don Thomas Shannon Foran, falleció el 15 de octubre de 2005 en París.

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Declaraciones de S.A.R Don Alejandro de Yugoslavia
(actual Príncipe Heredero de Serbia)

Entrevista realizada por Stéphane Bern para la revista Royaliste, que publicamos aquí por extractos con el fin de reflejar el pensamiento del Príncipe heredero.

Royaliste: ¿Se Os puede llamar propiamente "Rey sin Reino"?

S.A.R. Don Alejandro de Yugoslavia: No me considero Rey, pero sí Príncipe Heredero, con el espíritu de que un día mi país volverá a ser Reino. Con un Rey, por encima de la política, podría unir al país, estar en contacto con todos los partidos políticos, defender los derechos humanos, proteger las diferentes religiones (de las que hay tres grandes en mi país: la católica, la ortodoxa y la musulmana) y respetar las nacionalidades. Un día, tal vez, esto podría llegar, pero aún es preciso mantener el espíritu; esta es la única cosa que queda conectada a una tradición del pasado, después de 45 de desastre del sistema totalitario en todos los balcanes. Llegamos al final de esta tragedia . Por otra parte, los nuevos partidos políticos que emergen de esta situación, son gente con coraje, que ha combatido por los derechos humanos durante estos años terribles, pero son principalmente escritores, poetas, sabios, y, desgraciadamente, no tienen experiencia en política. Tardará un poco de tiempo hasta que los nuevos políticos tengan la situación controlada. Luego, creo que la presencia de un Rey puede ser muy positiva, como se vió en España en 1975. Al salir de una dictadura, el Rey Don Juan Carlos I consiguió establecer una democracia viable, fuerte y sólida. España está en la Unión Europea, la situación económica y política va bien. Un Rey, por tanto, puede jugar un papel esencial en una transición pacífica de una dictadura del tipo que sea hacia la democracia.

Royaliste: ¿Aceptáis la etiqueta de "pretendiente al trono yugoslavo"?

A. de Y.: yo no soy pretendiente. Nací Príncipe Heredero y mi acción se inscribe dentro de una tradición normal y natural. Si un día mi país reencuentra los valores de la democracia y de los derechos humanos, creo que seré el gran defensor de este combate de liberación.

Royaliste: Cuando se pregunta por Vuestra profesión, ¿Os llamáis "hombre de negocios" o "Príncipe Heredero de Yugoslavia"?

A. de. Y.: Debo gana mi dinero, ya que no lo heredé. Pero ha sido una cosa muy buena el haber estado obligado a ganarme la vida, porque gracias a mi trabajo como hombre de negocios, he aprendido como funciona el mundo. No sé simplemente cómo funciona una empresa, sino cómo funciona la vida económica, política, social. Cada día tomo parte en la vida del mundo. He tenido también la oportunidad de servir en el ejército británico, y es allí donde adquirí mucha experiencia al ver gente y hombres de todas las clases sociales. Cuando uno no reina, tiene muchas más posibilidades de mezclarse con el pueblo. Esto abre mejores perspectivas para servir al bien común, y en mi caso, de ayudar a mi país a salir de 45 años de estancamiento, con la experiencia que he adquirido. Foto: SS.AA.RR. los Príncipes Herederos Don Alejandro y Doña Catalina

Royaliste: ¿Cuál es Vuestra imagen hoy en día en Yugoslavia?

A. de. Y.: Todo ha cambiado. Antes se me conocía del boba-a-boca, las pocas fotos que circulaban bajo los manteles. El cambio llegó por una entrevista publicada en la revista eslovena Mladina, en 1988. El periodista que quiso entrevistarme me telefoneó desde Ljubljana, la caapital eslovena, y creía en una broma en toda regla. El había leído una carta, que escribí a los periódicos para hablar de los problemas económicos y de los derechos humanos en mi país. Aprovechó la ocasión para interrogarme. Cobertura en color y quince páginas de texto. Esto abrió la puerta a otros periódicos. Por su coraje, él me dio la posibilidad de expresarme libremente acerca de todos los asuntos: derechos humanos, democracia, economía, nacionalidades, religiones... Vinieron otros periodistas a verme. Yo mismo he escrito artículos para las revistas eslovenas y croatas. He tenido problemas justamente en Serbia, porque Milósevich estaba tratando de mantener su poder para un nacionalismo virulento, y yo, evidentemente, defiendo el respeto de las nacionalidades a vivir en perfecta armonía sin exacerbar los nacionalismos como hacía él. Foto: SS.AA.RR. los Príncipes Pedro, Alejandro y Felipe

Soy popular en Croacia, en Eslovenia, pero el pueblo serbio manifiesta aún sus intereses, según mi opinión malogrados por una censura estricta. Aunque los artículos sobre mi habían sido publicados en Serbia, fueron de la venta y prohibidos.
Recientemente fui entrevistado por vez primera por la televisión yugoslava. La emisión tuvo que ser repetida dos veces por razón de su éxito. Gracias a ello, pude penetrar totalmente en Serbia, donde el resultado había sido muy positivo. La reacción popular fue positiva, mientras que la de las autoridades oficiales seguía siendo rteservada. No se me criticaba más, mientras que yo me mantenía respetuoso frente al presidente de la federación, Marcovich, saludando las buenas intenciones democráticas. Pero el objetivo es la concordia nacional y que el pueblo pueda elegir libremente su futuro y el tipo de gobierno.

Royaliste: ¿Educáis a Vuestros hijos como futuros reyes?

A. de Y.: Yo los educo como niños normales, pero tienen también un profesor que les enseña nuestro idioma, nuestra historia, nuestra geografía, nuestras tradiciones y costumbres. Trato de educarles para que se sientan naturales en público, no tímidos. Por otra parte, la mejor educación es la que reciben todos los niños. Foto: La Familia Real de Serbia

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LA MONARQUÍA
SERBIA Y YUGOSLAVA


863- 843: Vladimiro, Príncipe de Serbia
843- 890: Mutimiro

890 : Pribislavo

891- 917: Pedro
917- 920: Pablo Brancovich

927- 949: Cheslavo

949-1040: Interregnum

1040-1050: Esteban Voislavo

1051-1081: Miguel
1081-1082: Radoslavo

1082-1106: Constantino Bodin
1106: Dobroslavo
1106-1115: Vladimiro

1115-1122: Yiryi


Dinastía de los Nemanya (1122-1371)


1089-1122: (Vulcano)

1122-1136: Esteban Uros Neman I

1136-1151: Tichomil

1151-1195: Esteban (Simeón) Neman II
, Duque en 1189, +1199
1195-1128: Esteban Vencian Pervovichanyi, Rey en 1217

1228-1234: Radoslavo

1234-1240: Vladislavo

1240-1272: Esteban Uros I

1272-1281: Esteban Dragutin +1317

1281-1320: Esteban Uros II Milutin

1321-1331: Esteban Uros III Desanski

1321-1355: Esteban Uros IV Dusán el Fuerte, Emperador en 1347

1355-1365: Esteban V

1365-1371: Simeón

1366-1371: Vulcasin Mernyántsevich, anti-rey


Dinastía de los Lazarevich 1372-1427

1372-1389: Emperador Lázaro I Serbillánovich

1389-1427: Esteban Lazarevich (Lázaro II), Emperador en 1403


Dinastía de los Brancovich 1427-1502

(1389-1398?): Wuk I

1427-1456: Rey Jorge I

1456-1458: Lázaro III

1457-1471?: Esteban


Serbia conquistada por los turcos en 1459


1471?-1485: Wuk II

1485-1496: Jorge II

1496-1502: Juan

1459-1718: bajo dominación turca

1718-1739: bajo dominación austríaca

1739-1817: bajo dominación turca

1817-1878: bajo soberanía turca


Dinastía de los Obrenovich 1817-1903


1817-1839: Milos, Príncipe 06-11-1817

1839: Milán III

1839-1842: Miguel

1842-1858: Alejandro Karageorgevich Príncipe de Serbia

1858-1868: Milos (por 2ª vez)

1860-1868: Miguel (por 2ª vez)

1868-1889: Milán IV (I) Príncipe Soberano el 03-03-1878, Rey el 06-03-1881, +1901

1889-1903: Alejandro


Dinastía de los Karageorgevich desde 1903


1903-1921: Pedro I, Rey de Serbia, 1918 Rey de Yugoslavia

1921-1934: Alejandro I, Rey de Yugoslavia, asesinado en 1934

1934-1945: Pedro II, Rey de Yugoslavia

1934-1945: Regente Pablo

1945:
Alejandro II, Príncipe Heredero de Serbia,
En el exilio en Londres
hasta 2001

jueves, 28 de agosto de 2008

El ejemplo de dos Reyes

Este editorial sirvió de introducción al número de Monarquía Europe a que se editó tras el fallecimiento de S.A.R. Don Juan de Borbón y de S.M. el Rey Balduino I. En breve se cumplirá el decimo quinto aniversario de la muerte de Don Juan. Los artículos que se publicaron en memoria de ambas personalidades de la Monarquía se han insertado anteriormente en este blog.

En poco menos de cuatro meses, Europa perdió a dos Reyes pertenecientes a una generación de Monarcas ejemplares o, mejor dicho, a un Rey y otro que fue privado de serlo a pesar de haber tenido el derecho y la legitimidad.

Tres generaciones

A S.A.R. Don Juan III, "Rey Padre de España" - le correspondía ser Rey por su condición de Príncipe Heredero y encarnación de la Monarquía española durante treinta y cinco años y por sus derechos dinásticos a los que llegó a renunciar tan generosamente en favor de su hijo S.M. Don Juan Carlos I.


S.M. Don Balduino I, Rey de los Belgas, era el Rey más veterano después de la Reina Isabel II y gozaba de un fervoroso amor de su pueblo por su gran simpatía y su valentía e integridad mostradas en situaciones difíciles por las que pasó su país.

De pocos Monarcas o Príncipes Herederos se ha podido decir que han sido tan ejemplares tanto para sus pueblos como para la institución que representaban. El grado de abnegación de Don Juan III ha sido total. Anteponía a todas sus aspiraciones personales, legítimas y comprensibles, el fin último de su mandato: restaurar la Monarquía en España. Balduino I defendía con integridad moral y valentía los valores innatos de la Monarquía, incluso por encima de las críticas de la prensa y de sectores políticos que siempre reclaman para sí el derecho a actuar conforme a su conciencia, pero negaban ese mismo derecho al máximo representante del pueblo belga.Ambos supieron defender a la institución monárquica con rigor y conocimiento de causa corrigiendo lo que otros no pudieron o no se atrevieron a decir.


Hoy en día, muchas cosas han cambiado. 
El amor patrio es tachado de anticuado. La creencia en un destino, él de ser Rey, también ha sufrido debilitamientos. Muchas veces da la impresión que la realeza ha perdido la facultad o la voluntad de transmitir los valores innatos de la Monarquía: Cuando algunos príncipes herederos no quieren saber nada de antiguas leyes sucesorias, que no son tan anticuadas ni carentes de sentido como puede parecer, o cuando otros se resignan a su papel de decoración más o menos lujosa del Estado en lugar de interesarse más a fondo por los problemas sociales que deben ser llamados por su nombre, o cuando omiten la defensa de la institución monárquica cuando sus representantes están llamados a hablar en su favor.


Tanto S.M. Don Juan III como S.M. Balduino I supieron estar a la altura de todas las exigencias a las que tuvieron que responder durante sus respectivos reinados. A ellos tenemos que agradecer que la Monarquía haya sobrevivido en España y Bélgica y que sirva de modelo para otros pueblos hasta hace poco oprimidos por la hoz y el martillo. Que su ejemplo no quede en el olvido y anime a superar posturas de pasividad institucional.

Editorial publicada en Monarquía Europea Nº 7/8 - Año III - Octubre 1993

In Memoriam: S.A.R. Don Juan Conde de Barcelona

El primero de los dos artículos siguientes se publicó en el Nº 7/8 - 1993 de Monarquía Europea, el segundo no llegó a publicarse. Sirvan ambos para rememorar a este gran hombre que debía haber sido Rey y no pudo serlo por las circunstancias históricas y políticas en España en 1977 y su personal enfrentamiento con el general Franco. Sin duda habría sido un gran Rey de España.


DON JUAN DE BORBON
por Francesc Xavier Montesa
Secretario General de la AME

A
las ocho de la tarde, en un día lluvioso y gris, las baterías antiaéreas del Castillo de Montjuic disparaban cinco salvas de artillería para anunciar a la ciudad de Barcelona algo que ya conocía Cataluña y España entera. Don Juan de Borbón, quien durante más de cincuenta años había ostentado con inigualable dignidad el título soberano de Conde de Barcelona, había muerto.

La noticia era temida pero esperada, porque todos sabíamos desde hacía tiempo que padecía un cáncer y desde hacía meses que había entrado en una fase terminal e irreversible.

La muerte del Conde de Barcelona ha servido para que el pueblo español valorara en su justa medida la trayectoria humana y política de este gran Rey sin Corona. El país entero se ha lanzado en alabanzas hacia Él y eso es realmente importante para nosotros en particular y para la sociedad española en general. Ahora vivimos en libertad y a nadie se le obliga a deshacerse en elogios de nadie, basta con el silencio para demostrar desaprobación. Pero nadie socialmente representativo ha guardado silencio ante Don Juan.

Desde el fallecimiento de su augusto padre el Rey Don Alfonso XIII, el Conde de Barcelona se puso como norte de su existencia la Restauración de la Monarquía, única Institución capaz de cicatrizar las profundas heridas surgidas de la Guerra Civil. La España que Don Juan quería, reflejada en el Manifiesto que dirigió a los españoles en Lausana, el 14 de marzo de 1948, que fue censurado por el régimen franquista, era una España democrática y constitucional, en la que se reconocieran los "derechos inherentes a la persona humana, y garantía de las libertades políticas correspondientes", abogaba por el "establecimiento de una Asamblea Legislativa, elegida por la nación", por "el reconocimiento de la diversidad regional", por "una más justa distribución de la riqueza y la supresión de injustos contrastes sociales".

Para la consecución de estos objetivos, Don Juan no dudó en renunciar a todo. Algo que difícilmente hubiera podido realizar un ser humano que no hubiera sido educado desde la cuna a poner los supremos intereses de España por encima de los suyos personales. renunció a la compañía de su hijo, quien en 1948 se trasladó a estudiar en nuestro país, a fin y efecto de que tuviera contacto y conociera la situación española, aún sabiendo que los problemas serían ingentes. Y renunció a sus derechos históricos que sólo a él le correspondían en favor de su hijo a quien de esta manera trasladó la legitimidad de origen de la que carecía. este sencillo pero generoso acto sirvió para que poco después la Constitución actualmente en vigor pudiera definir a Don Juan Carlos I como "legítimo heredero de la Dinastía histórica".

No es extraño que el real Decreto en el que se ordenaba se rindieran honores de Rey de España a Don Juan, firmado por su hijo, constituya todo un homenaje filial de respeto y cariño. "Su entrega - dice - a la causa de la libertad, la paz y la concordia del pueblo español, ejemplo de generosidad y de renunciamiento, con el deseo de mostrar la admiración y el agradecimiento que se recuerdo merecen, honrarle y reconocerle el tratamiento que corresponde a su augusta persona", para finalmente ordenar la inhumación de sus restos en el panteón de los Reyes del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial.

Su actitud sacrificada y discreta para el logro de un objetivo histórico: el consenso social y político en torno a la Monarquía parlamentaria no fue sólo reconocida en nuestras fronteras, sino también fuera de ellas, muy particularmente.

Las Casas Reales de Europa y del mundo entero quisieron rendirle tributo de respeto y admiración. Los Reyes de Bélgica, Grecia, Rumanía y Bulgaria, los Grandes Duques de Luxemburgo, el Príncipe de Gales, las Princesas Astrid de Noruega y Cristina de Suecia, la Reina Ingrid, Reina Madre de Dinamarca, el Príncipe Bernardo de los Países Bajos, los Príncipes Rainiero y Alberto de Mónaco, el Príncipe Hans Adam II de Liechtenstein, el Príncipe Mohamed de Marruecos, el Gran Maestre Soberano de la Inclita Orden de San Juan de Jerusalén, Orden de Malta, el Archiduque Otto de Austria-Hungría, el Príncipe Jorge de Bagration, Heredero de la Corona de Georgia, el Príncipe Víctor Manuel de Italia, el Príncipe Enrique, Conde de Clermont, Delfín de Francia, y un largo etcétera quisieron darle el último adiós en la Misa solemne que se celebró el día 7 de abril de 1993 en el Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial.

La preocupación e interés por nuestro país le acompañaron hasta sus últimos días. "El Rey - decía - se interesa por mi salud y por la de España."

Esta Asociación quiere suscribir como propias las palabras que S.A.R. el Duque de Calabria nos remitió al agradecernos nuestro pésame por la muerte de Don Juan. "Para España y para nosotros es una gran pérdida."

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S.M. DON JUAN III, REY DE ESPAÑA
por José Antonio Marcos Lecuona (+ 1993)


La Corona como institución histórica

No es difícil el aceptar que la Monarquía española se halla inseparablemente unida a nuestra Historia, a la que ha aportado innumerables servicios en los más variados campos que la vida en sociedad permite y que esta institución representa nuestro existir en común a través de las sucesivas generaciones asentándose en el sufragio de los siglos, mediante su adaptación, hasta llegar a nuestros tiempos de la Monarquía parlamentaria.

Por vez primera en nuestra Historia, la Monarquía se libera de todo poder político al residir la soberanía en el pueblo ejercido a través de los partidos y habernos dotado de un sistema constitucional en el que "el Rey no gobierna, sólo reina", y lo hace a través de su "autoridad" para moderar y arbitrar el funcionamiento regular de las instituciones.

No sería justo decir que lo que sea España depende de las personas que ahora tengamos el derecho al sufragio, prescindiendo del pasado y del esfuerzo y sacrificios de muchas generaciones, en pro de una convivencia más libre y más justa, quienes gracias a tan decisiva colaboración tienen el derecho a ser tenidas en cuenta, entre otros extremos por haber querido vincular a la Monarquía hereditaria a la permanencia de tan gloriosa tradición.

Eso nos permite mantener que el mayor acierto en la salida de un régimen autoritario a uno de libertades, fue la Restauración de la Monarquía, que con la lealtad del Ejército, permitió realizar la transición que demandaba el pueblo español de forma pacífica.


Un ejemplo de vida al servicio de España

La vida de Don Juan de Borbón, desde cualquier ángulo que se examine, con el debido conocimiento y rigor, huyendo de la simplificación y del sectarismo, es un ejemplo de abnegación y de sacrificio, en favor de la conservación de los derechos dinásticos que había recibido y de servicio a los españoles y a España, sin condiciones ni desmayos, pese al ambiente hostil y adversas circunstancias que hubo de afrontar.

Y ello lo comprobamos en algunas de las declaraciones que ha realizado en los 36 años de su heróico vivir desde que recibió de su padre, S.M. Don Alfonso XIII, en el año 1941, los derechos dinásticos, hasta que renunciara a ellos en favor de la persona de Su hijo Don Juan Carlos I, haciendo posible que el artículo 57.1 de nuestra Constitución proclamara a éste legítimo heredero de la dinastía histórica.

Y así resulta ocioso releer algunas de aquellas que muestran la grandeza y espíritu de servicio de esta egregia persona:
"La Monarquía presupone la ausencia de todo espíritu de bandería, por aspirar a la concordia entre los hermanos."
"El ser Rey no es un galardón, ni un honor, y si me apuráis, ni un derecho; es fundamentalmente un deber, un grave y trascendental deber de servir a España."
"Desde que Dios dispone nuestro nacimiento en el seno de una Familia Real, cargamos con una serie de responsabilidades, aparejadas a una lista de deberes y derechos. Estos últimos no pueden ser válidos en tanto no cumplamos escrupulosamente con aquellos."
"Por ello, instaurada y consolidada la Monarquía en la persona de mi hijo y heredero Don Juan Carlos, creo llegado el momento de entregarle el legado histórico que hereda."
Siendo contestado por el actual Monarca, con las siguientes palabras:

"En estos momentos de indudable trascendencia para España y para Nuestra Familia, y al recibir de Tus Manos el legado histórico que me entregas, quiero rendirte el emocionado tributo de mi cariño filial, unido al respeto profundo que siempre Te he profesado, al comprender desde niño que sobre todo y por encima de todo, Tú no me has tenido nunca otro ideal que la entrega absoluta al servicio del pueblo español."


No es fácil encontrar en la Historia de España una persona que haya llevado el cumplimiento de su deber y la custodia del legado recibido, para dotarnos a los españoles de un sistema político de derechos y libertades a tan alto grado de exigencia y sacrificio.


Justificación del reconocimiento del título de Rey a Don Juan de Borbón

En primer lugar por la guarda y custodia de un legado histórico limpio, que tenía como meta que el titular de la Corona fuese Rey de todos los españoles, cuyo servicio ha permitido que su hijo, pese a heredar importantes poderes del antiguo régimen, hiciera posible la transición, devolviendo al pueblo la soberanía y facilitando la aprobación de una Constitución en la que quedaban reducidas sus funciones a las que permite su sola autoridad en la moderación y el arbitraje, dejando el juego político a los partidos como expresión organizada del pueblo.

La condición de Padre del Rey encuentra también precedentes en la Historia, que por analogía permitirían aplicarse, al hallarnos ante un heredero legítimo de la dinastía que ha sufrido las cargas de tal herencia sin ninguno de sus honores ni gozos, recordando algunos de nuestros Reyes tras la abdicación en favor de sus hijos como p.e. Felipe V en favor de Fernando VI o Luis I, o Carlos IV en favor de Fernando VII, han pasado a la Historia como Reyes de España, o en Francia con la sucesión de Luis XVI, que a la muerte de su hijo sin reinar, le sucedió el hermano de aquel con el título de Luis XVIII por respeto al sobrino y heredero premuerto.

sábado, 23 de agosto de 2008

Simeón II es nuestra única esperanza

Aclamado por su pueblo - Obligado al exilio por el régimen comunista

Éxito del viaje de la hermana de S.M. el Rey de Bulgaria, Doña María Luisa (1991)


por Stephane Bern
(entonces) enviado especial de Figaro Magazine en Sofia


Por vez primera en cuarenta y cinco años [por 1991], un miembro de la Familia Real búlgara volvió a Sofia. La entusiasmada multitud, que recibió a la Princesa María Luisa, hermana del Rey Simeón II, era expresión de la vitalidad del sentimiento monárquico.

Fueron tantos, miles, decenas e incluso cientos de miles de búlgaros de todas las edades, masas delante del aeropuerto de Sofia y a lo largo de la autovía que lleva al centro de la ciudad. Esperaron durante horas, con banderas nacionales, ramos de flores y retratos del Rey en la mano, la vuelta de la Knjaginja (hija del rey). Y cuando, por fin, ella puso sus pies en el suelo de su país, fue el delirio. El cortejo se abrió paso a duras penas, el Paseo de Lenin estuvo negro de una multitud llena de alegría, que gritaba sin cesar: "¡SIMEÓN! ¡SIMEÓN! ¡SIMEÓN!".

Mientras, el poder ex comunista había hecho todo lo posible para cercar a las masas, incluso recurrió a sabotear la electricidad con el fin de provodcar incidentes. Y a decir verdad, no se esperaba ver a más de 200.000 búlgaros descender por las calles de Sofia para recibir a la hija del bien amado Rey Boris III y reclamar la vuelta de Simeón II.

La visita turística de la Princesa María Luisa, que volvió "para que su marido conociera su país", tornó las perspectivas del plebiscito a favor de la Monarquía. Más de un resistente anticomunista no quiso dejar pasar la ocasión para saludar la vuelta de la Princesa. El escritor Rador Ralin, figura de la resistencia, el diputado monárquico Marol Jungaloff, diputados socialistas, personalidades eminentes de la oposición, incluso de primer rango como el presidente del sindicato libre Podkrepa, Constantino Trentchev. Si este último, oficialmente, no se podía pronunciar a favor de una solución monárquica, no callaba en privado su apoyo al Rey y a la Familia Real.

"L
a única persona que no está politizada en Bulgaria, la única que puede permitir una consolidación de la nación y la única de la que se puede estar seguro de que no estuvo comprometida con los comunistas, esa persona es el Rey Simeón II."

E
ste reencuentro con la historia fue también un momento de emoción. Fue volver a ver a sus "viejos compañeros de cuando tenían trece años", su visita al Monasterio de Rila, donde el Rey Boris III fue inhumado temporalmente, el paseo del antiguo Palacio Real de Vrana, dejado abandonado, y el recogimiento de la Princesa ante lo que creía era la tumba de su padre. Y ¿cómo olvidar la ovación que ella recibió en el estadio de Sofia durante el final de los dos equipos campeones de Bulgaria? ¿Cómo no evocar las oraciones fervorosas durante la misa dominical en la Catedral de San Alejandro Nevski? Foto: S.M. el Rey Boris III.

L
a visita de la Princesa devolvió, seguramente, el espíritu al pueblo búlgaro. Así, Víctor, un joven estudiante de veinte años, se inclinó a besar la mano de su Princesa. "Sólo el Rey puede salvarnos. Con sus relaciones internacionales puede salvar nuestra economía, y como él es neutral, puede recomponer el país." ¿Simplista? Quizás, pero hoy por hoy, al Rey Simeón II se le ve como el papa Noël, el Salvador.

Esta visita fue también un test para la Monarquía. Tanto en el Partido Socialista como en la oposición se tiene conciencia de ello. "De hoy en adelante hay que contar con el Rey", confíaba, reticente, Stefan Savov, entonces presidente del Partido Democrático y que estuvo decidido a hacer una visita al Rey en Madrid. Foto: S.A.R. la Princesa María Luisa recibida calurosamente por el pueblo.

Pero tampoco los ex comunistas fueron los más recelosos en esperar la vuelta del Rey: Le veían como una varilla mágica para hacer milagros en un clima político extremadamente tenso y veían a Simeón II como una cura de salud. Sea como fuere, la Monarquía volvió a ser, claramente considerada, una cosa que parecía aún impensable hasta 1989. La ironía de la historia, cuanrenta y cinco años [por 1991] después de la toma violenta del poder por los comunistas en Sofia, la Monarquía cada día ganaba terreno y puntos.

Lo dijo S.M. el Rey Simeón II en 1965:

"Estoy seguro que si mañana el pueblo quiere elegir el restablecimiento de la Constitución de Tirnovo, no deberemos defraudarlo. Y digo elegir,. porque deseo (si al pueblo se le da la oportunidad de votar) de ratificar mi victoria con un plebiscito, a pesar del hecho de que, de acuerdo con nuestra Constitución, estoy en el vigésimo segundo año de mi reinado."


La anulación del referéndum institucional, fijado precipitadamente por el gobierno de entonces para el 6 de julio de 1991, fue un paso hacia adelante para el restablecimiento de la legitimidad de la Constitución de Tirnovo. Pero los comunistas nunca dejan de maniobrar para evitar una restauración monárquica o el restablecimiento de la constitución democrática que estaba en vigor hasta el golpe de estado llevado a cabo por los comunistas con el apoyo de los invasores soviéticos.
Posteriormente, se aprobó una nueva constitución sin restablecer la de Tirnovo, seguramente un error muy grave. Está visto que los políticos, en cuanto se acostumbran a no tener a un Rey que les vigile o modere, ven mucho más fácil utilizar la máxima institución del estado nen su propio beneficio, no en el beneficio de su pueblo. Esa es la esencia de la república.

La Monarquía Búlgara


678: Creación del estado búlgaro.
679-1018: Primera Monarquía
865: Reinado de Boris I, cristianización del pueblo búlgaro.
893-897: Reinado de Simeón I, edad de oro cultural y política.
1018: Bulgaria conquistada por Bizancio.

1186-1396: Segunda Monarquía
1396: Conquista por el Imperio Otomano.
1884: Independencia de Bulgaria. Alejandro de Battemberg primer príncipe soberano del nuevo Principado de Bulgaria como Alejandro I de Bulgaria.


1887-1946 (1946): Tercera Monarquía
1887: Fernando I, Príncipe de Bulgaria.
1908: Fernando I se proclama Rey de Bulgaria.
1918: Abdicación de Fernando I a consecuencia de la Primera Guerra Mundial.
1918: Boris II, Rey de Bulgaria
1943: Boris II asesinado por los invasores comunistas.
1943: Simeón II entronizado.
1946: El Ejército Rojo de la URSS obliga al Rey al exilio.

Publicado en Monarquía Europa Nº 1 - Año 1 - Junio/Agosto 1991 - con ligeras actualizaciones

viernes, 22 de agosto de 2008

La Monarquía y la Unión Europea

por Juan Marcos Vallejo García


"Tres de enero de 2020. Nos encontramos en el salón de Plenos del Parlamento Europeo de Estrasburgo. Dentro de unos momentos tendrá lugar la ceremonia oficial de relevo en la jefatura del Estado Federal Europeo.

E
n unos instantes, Su Majestad la Reina Victoria I de Suecia pronunciará un breve discurso, tras el cual Su Majestad Felipe VI de España pasará a sucederla y por tanto a ostentar la máxima magistratura europea durante el año que ahora comienza ..."

E
sto, que ahora parece un relato de política-ficción, bien podría ser una realidad dentro de unos 30 ó 40 años, o incluso antes.

E
uropa está en plena transformación, está sufriendo unos cambios que nos hacen difícil seguirlos y entenderlos, no por la rapidez con que se suceden, sino más bien por su trascendencia y su significado. ¿Quién iba a predecir hace sólo unos años el derrumbamiento de la URSS, el nacimiento de nuevos países, o la desaparición de otros como es el caso de Yugoslavia?

P
ues bien, como es lógico, las formas de Gobierno desaparecen, se transforman o renacen, siendo esto último lo que sucede ahora con la Monarquía.

D
espués de setenta años, podemos ver retratos de S.M. el Zar Nicolás II siendo portados por la multitud enfrente mismo del mausoleo de Lenin, o miles de ciudadanos pedir en Sofia el regreso de S.M. el Rey Simeón II. Es claro, pues, que la Monarquía resurge hoy con fuerza, a pesar de quienes ya habían firmado su acta de defunción.

P
ero, ¿cuál es el papel de la Institución monárquica en una Europa unida, en la que habrá Estados republicanos? ¿Qué papel aguarda a los soberanos de unos Reinos que se habrán diluido en una nueva entidad supranacional?

U
na cosa está clara, y es que si a la Monarquía no se le da cabida en el nuevo esquema europeo, correrá el riesgo de quedar, ahora sí, en un adorno, en una reliquia del pasado sin ninguna utilidad, con lo que estaríamos malgastando su inmenso potencial sobradamente demostrado hasta ahora como es el caso español.

C
on el fin de evitar esta situación, lo ideal sería darle el papel que por derecho le corresponde, es decir, si los Estados nacionales independientes de Europa nacieron en su mayor parte de la mano de la Institución monárquica, qué mejor reconocimiento para ella que otorgarle la suprema representación de la Europa unida.

L
a forma de articular esta representación sería decidida por el Parlamento Europeo, pero bien podría ser a través de un sistema rotatorio entre todos los soberanos, siguiendo el ejemplo actual de la presidencia de la Comunidad Europea, pero en este caso tal vez fuese mejor un período más largo que seis meses, por ejemplo un año.

P
or supuesto, como corresponde a un poder moderador y de arbitrio, esta alta magistratura carecería de todo poder, quedando depositado éste en el jefe del Gobierno Federal Europeo.

C
on esto se evitarían los enfrentamientos electorales entre partidos a la hora de decidir quién ocuparía este puesto, así como recelos partidistas y nacionalistas, ya que la Monarquía es de todos y para todos, esto sin mencionar que las Familias Reales europeas mantienen lazos familiares entre ellas.

A
sí, Europa demostraría al mundo que, a la vez que avanza hacia nuevas formas de convivencia y desarrollo, no olvida quién ha ido forjando su historia y es depositaria de ella, la Monarquía.

S
eguramente, a más de uno le parecerá todo esto una idea peregrina. ¿Acaso en su momento no lo fue también el imaginar los sucesos que estamos viviendo? De todas formas, tal vez sería bueno meditar sobre el futuro de las Monarquías en una Europa que se transformará rápidamente y camina hacia su unidad política y social.


Publicado en Monarquía Europea Nº 7/8 - Año III - Octubre 1993

Passat, Present i Futur de la Monarquía



La Monarquia significa l'enllaç entre història i futur d'una nació. Gàcies al Rei d'Espanya, la nostra Monarquia es l'exemple a seguir per a moltes nacions europees que van perdre la seva institució històrica en contra de la voluntat dels seus pobles.

La nostra Monarquia amb la nostra adhesió i el nostre recolzament actiu, difonent els coneixements sobre aquesta institució única i més virtuosa, no només ens garantim la unitat, la pau i la continuïtat, la democràcia i les llibertats públiques, sinó donem a més, esperan­ces als nostres pobles germans europeus de poder arribar a aquestes mateixes garanties.

A
ssociacieu-vos a l'Associació Monàrquica Europea i col.laboreu amb nosaltres a la difusió de coneixements profunds sobre la Institució Monàrquica. Europa no sols significa la unió de les nacions europees, sinó també una rica història marcada i forjada pels Monarques europeus. Ells, a través de la Institució Monàrquica, asseguran que els nostres pobles no perdin mai les seves identitats nacionals i el punt de referència, perquè el Rei és factor d'unió, cohesió i estabilitat, servint sempre de contrapunt a una unió política amb un caràcter abtracte que a llarg plaç no podrà tenir en consideració particularitats nacionals o regionals.

L
a Monarquia ens proteix i és la nostra garantía de supervivència. Per això hem de mantenir-la i cuidar-la. Perquè sense la Cronoa, Espanya deixarà d'existir, i d'igual manera sense els Soberans europeus, Europa perdrà la seva raó d'ésser.


jueves, 21 de agosto de 2008

¡La Unión hace la Fuerza!

L'Union fait la Force!

Con el auge de la idea monárquica desde la caída del muro de Berlín y el aparente desmoronamiento del régimen comunista de la URSS, también han ido aumentando los esfuerzos de los enemigos de la Monarquía para contrarrestar los avances experimentados en algunos países como Bulgaria y Rumanía.

Cuanto más se acercaba la posibilidad de una próxima restauración, mayores han sido las manipulaciones de la opinión pública o los escándalos alrededor de alguna Familia Real. Los recientes acontecimientos de todos conocidos son sin lugar a duda resultado de una campaña orquestada dirigida a desestabilizar las Monarquías más firmemente arraigadas del mundo. La prensa amarilla, cuyo único interés es aumentar las tiradas y ganar dinero sin importar a costa de quien, hizo que rumores crearan un ambiente favorable para una crisis profunda en el seno de algunas Familias Reales para convertirla en una auténtica crisis institucional sin base racional.

La Monarquía parece ser un serio obstáculo para las aspiraciones personales o colectivas de muchos gobernantes. Infunde respeto y la sensación de que existe una entidad suprema que evita que se pueda disponer libremente del Estado. Tiene la desventaja de ser débil ante los adversarios, ya que el Rey no debe tomar partido ni por su propia causa si no quiere correr el peligro de ser acusado de extralimitaciones. Esto hace que la institución monárquica represente una presa fácil para astutas maniobras desestabilizadoras.

¿Cuál es la función de los monárquicos ante este panorama?

Los monárquicos, en el pasado prácticamente nunca han sido los salvadores de la Monarquía (S.A.R. el Conde de París dijo en 1977: "Les royalistes ne devraient pas exister"), y si fuera por ellos solos, no se llegaría a restaurar o salvar ninguna Monarquía. La causa principal es la pasividad de la mayoría de los ciudadanos que se consideran monárquicos, la otra frecuentemente la ansia de protagonismo de aquellos que dirigen las organizaciones monárquicas y provocan divisiones internas dispersando las fuerzas que necesariamente tienen que ir unidas. Esa situación es muy pronunciada en Italia y Francia, pero también en países recientemente liberados del yugo comunista como Rusia o Bulgaria, donde los monárquicos están agrupados en muchos círculos distintos perdiéndose la posibilidad de coordinar acciones y estrategias conjuntas.

Hemos llegado a un punto en que debemos reflexionar profundamente sobre nuestra forma de actuar. La situación internacional exige reaccionar rápidamente y elaborar un concepto para poder avanzar. Ninguna organización monárquica puede seguir limitándose a sus fronteras nacionales. La idea monárquica es universal, al igual que es la estrategia que se debe seguir tanto para mantener las Monarquías actuales como para restaurar las que más posibilidades de éxito tienen. Cuanto más universal es una causa, tanto mayor es su razón de causa, pues la causa inferior no es tal sino en virtud de la superior (Liber de Causis, I). La desunión es el mayor favor que los monárquicos podemos hacer a las fuerzas republicanas. La unión de nuestros esfuerzos nos dará mayor entidad a nivel internacional, ayudará a superar reticencias de carácter nacionalista y permitirá usar nuestros medios y conocimientos obteniendo resultados óptimos.

Con el número 5/6 de MONARQUIA EUROPEA se cumplía año y medio de existencia de la publicación. La experiencia nos demuestró que nuestro camino es acertado. Las reacciones de los lectores son reflejo del deseo de encontrar una nueva fórmula que sirva de unión entre todos los monárquicos y de una modernización de la imagen de la Monarquía. A este respecto es importante llegar también a una coordinación con los máximos interesados.

Es el propósito de MONARQUIA EUROPEA de dirigir la mirada hacia el futuro, de presentar la Monarquía como la única forma de organización del Estado moderno capaz de unir el progreso social y económico con un sano entendimiento de la trayectoria histórica de cada país sin caer en demagogias ni manipulaciones. La Monarquía, no cabe duda, aún no ha alcanzado el fin de su desarrollo, más bien no dejará nunca de seguir experimentando cambios en sus manifestaciones externas o su influencia en la sociedad, como, por otra parte, tampoco parece viable su limitación a funciones decorativas. La Monarquía de mañana será distinta de la de hoy y de la de ayer, pero estará más firmemente arraigada con un papel de mayor envergadura si logramos hacer frente a campañas orquestadas y situaciones difíciles. Para ello también es necesario superar la pasividad y la postura de que las Monarquías existentes no necesitan de apoyos activos. Cuando ellas tambaleen, será demasiado tarde. Unámonos, pues, para esa lucha, que si no será la lucha final, con seguridad será la decisiva.

Editorial de Monarquía Europea - Nº 5/6 - Año II - Julio/Diciembre 1992

La Restauración de la Monarquía Brasileña

Hechos históricos y fundamentos teóricos
por Dirk Bovendorp
Juventude Monárquica de Minas Gerais
Brasil (1992)


Nuestra posición defendida en el número 4 de Monarquía Europea (1992) con respecto de los herederos del trono de Brasil fue muy contestada por parte de los seguidores del actual Jefe de la Casa Imperial, Don Luis de Orleans y Braganza (legitimistas). No queremos crear disensiones entre monárquicos, porque nuestro único objetivo común es la restauración de la Monarquía en Brasil. Creemos que el artículo del presidente de la Juventud Monárquica de Minas Gerais es una presentación equilibrada y complementaria a nuestro reportaje anterior y sirve muy bien para convencernos de que los luisistas brasileños no son ni mucho menos fanáticos al estilo de TFP como conocemos esta organización en España. Queremos manifestar, por último, que la cuestión dinástica debe ser resuelta por la propia Familia Imperial. Los monárquicos nos limitamos a apoyar la causa monárquica.

"¡Los señores tendrán que arrepentirse!", profetizó la gloriosa Princesa Isabel, la redentora de los esclavos, al embarcar en el buque Alagoas en dirección al exilio. Ella se dirigía al insignificante grupo de positivistas que promovieron el Golpe militar del 15 de noviembre de 1889 y que impusieron la República en el Brasil sin ninguna consulta al pueblo.

Impuesta la república, el problema inicial consistía en expulsar del Brasil a la Familia Imperial. Inmediatamente fue decretado su embarque a Europa. Don Pedro II fue entonces obligado a dejar la patria antes de la madrugada. de día podría haber habido inconvenientes y necesidad de providencias desagradables para evitar protestas del pueblo.

La humillación a la que fue sometida la Familia Imperial al ser exiliada injustamente del Brasil, dejó sus huellas. La Emperatriz Doña Teresa Cristina no resistió la tristeza de dejar la patria que tanto amaba, y con el agravamiento de sus enfermedades, falleció pocos días después de desembarcar en Portugal.

Así se produjo la ruptura de nuestra honrosa Monarquía y la trágica separación entre el Brasil y la Familia Imperial, en contra de la voluntad del pueblo, dando lugar a la república, instaurada sin ningún compromiso con la Democracia, y en evidente beneficio de los que la promovían.

La visión privilegiada de la Princesa Isabel, ya preparada para asumir el trono, permitió que su profecía fuese confirmada poco después. Bastaron 45 días de república para que nuestra inflación, que durante el Imperio fue de una media del 1,58%, subiese al 11%, y al final del primer año llegase al 41%. Las dificultades de orden político al inicio de la república eran inmensas. la perplejidad causada por el golpe del 15 de noviembre imposibilitó una reacción seria de los elementos extraños o hostiles a la conspiración republicana.

El nuevo régimen, temeroso de que los periódicos continuasen a inducir la revuelta de los cuerpos de guarnición, limita la libertad de prensa (Decreto del 23 de diciembre de 1889), apenas 38 días después del golpe. Ese decreto, por tanto, hizo imposible toda discusión política por parte de la prensa. Y el autoritarismo iba tomando forma ... Basta con decir que durante el Segundo Reinado, al contrario que en la república, la prensa disfrutó de completa libertad para ejercer su misión.

El primer presidente de la república, el alagoano Mariscal Deodoro da Fonseca, abrumado por los problemas financieros, triste sobre el rumbo tomado por la administración, no pudiendo contemporizar con la diversidad de opiniones de los ministros en el seno del gobierno, fue obligado a renunciar nueve meses después de la toma de posesión. De otra forma hubiera sido derrocado por los golpistas mismos en una especie de autofagia positivista, al igual que Robespierre fue guillotinado por la Revolución Francesa.

El gobierno de la Vieja República seguía el rumbo de las convicciones autoritarias de sus gobernantes. El orden se mantenía mediante la represión y el progreso se subordinaba a los caprichos de los presidentes de este período, electos con la insignificante media del 2,35% de la populación. Era una democracia contradictoria sin pueblo, ridícula si no trágica.

Durante nuestra historia republicana, escasos son los momentos en los que los problemas nacionales fueran ajeno a los políticos. Estos en la práctica totalidad, se preocupaban principalmente por defender sus intereses, sus partidos y sus reelecciones. Según Rui Barbosa[i], mientras que el Parlamento del Imperio era una escuela de estadistas, la república era un mostrador para de negocios. ¿Y no parece sintomático la enorme cantidad de candidatos para las próximas elecciones municipales de octubre de 1992?

Conforme constata Monteiro Lobato[ii], la referencia de corrección, moralidad y honradez se desintegró en la república. El ejemplo de austeridad, humanidad y abnegación de nuestros augustos Emperadores cedió a la más repugnante inversión de valores, que se siente incluso hasta el día de hoy, con las sucesivas denuncias de corrupción, de tráfico de influencias y desfalcos de dinero, como demostraron los recientes CPIs.

Desde el golpe positivista, el Brasil dejó de pensar y de tener ideas propias. La revolución republicana fue un atentado contra nuestra verdadera cultura, un gran error al subestimar la capacidad de nuestro pueblo, que se quedó subordinado a desastrosas tentativas de copiar modelos ajenos a nuestra realidad, como queda patente en el plagio del primer texto constitucional.

Estamos ante la única salida pacífica para el restablecimiento del orden moral en Brasil. A ejemplo del éxito español, comprobado recientemente por la magnificencia de los juegos olímpicos de 1992, podemos también restaurar nuestra Monarquía con el plebiscito de 1993. Volver a tener identidad propia y vivir lejos de la ingobernabilidad patológica de la república brasileña. Huir de la inestabilidad política a la que están sometidas las repúblicas como la de Italia o de Francia, y rescatar la grandeza y el respeto digno del Imperio Brasileño.

S.A.I. Don Luis de Orleans y Braganza:

"Brasil se está debatiendo no propiamente en una crisis, pero en una convergencia de crisis de diversa índole - morales, sociales, económicas - que constituyen un único torbellino que agita la nación de punta a punta."



[i].Abogado y periodista, autor del primer decreto de la Constitución de 1898, Ministro de Hacienda en el gobierno del Mariscal Deodoro da Fonseca. Pronunció un emocionante discurso en 1914, en el Senado de la República Brasileña, afirmando estar arrepentido de apoyar el golpe republicano.

[ii].Conocido escritor brasileño que vivía durante el período de transición del Imperio a la República.

Publicado en Monarquía Europea Nº 5/6 - Año II - Julio/Diciembre 1992