NECROLÓGICA DEL EXCMO. SR. DON JULIO DE PRADO Y
COLÓN DE CARVAJAL, CONDE DE LA CONQUISTA,
SECRETARIO GENERAL DE LA SACRA Y MILITAR
ORDEN CONSTANTINIANA DE SAN JORGE
Amadeo-Martín Rey y Cabieses
Doctor en Historia
Vice-Auditor General y Consejero de la Real Diputación
de la Sacra y Militar Orden Constantiniana de San Jorge
El pasado día 29 de diciembre de 2012 falleció en Madrid don Julio de Prado y Colón de
Carvajal Valdés y Colón, Conde de la Conquista. Ayer, 14 de enero de 2013, se celebró el
funeral por su eterno descanso en la madrileña parroquia del Bautismo de Nuestro Señor.
Si todos y cada uno de nosotros somos únicos e
insustituibles, esta máxima se cumple de manera
sublime en la persona de Julio. Sabiendo que yo
soy español y peruano, muchas veces me decía:
“Amadeo, tú me comprendes bien, porque ambos
somos criollos americanos”, es decir
descendientes de españoles radicados hace siglos
en América del Sur: españoles de allende los
mares, en definitiva. Julio se sentía y era muy
español, pero no se sentía menos americano. De
ilustre prosapia chilena, había nacido en Madrid
el 1 de noviembre de 1928, hijo del diplomático
don Julio José de Prado y Valdés y de doña María
del Pilar Colón de Carvajal y Hurtado de
Mendoza, Marquesa de Castiglione de Aragón.
Su amor por Chile le llevó a hacer el servicio
militar en ese país. Su abuelo chileno don Julio de
Prado y Amor, historiador y abogado, fue
sucesivamente Gobernador de Taltal, Intendente
de Antofagasta y luego de Atacama, Alcalde de Santiago, Diputado por Copiapó, Chañaral, Vallenar y Freirina y finalmente Ministro de Justicia
e Instrucción Pública de Chile.
Descendía Julio de Bárbola Coya casada con el conquistador don García Díaz de Castro, y
prima hermana de la ñusta, es decir de la princesa inca Beatriz Clara Coya, nieta de Manco II
Inca y sobrina de Túpac Amaru I, única heredera de la rica encomienda de Yucay, que casó en
1572 con un sobrino de San Ignacio de Loyola, el caballero de la Orden de Calatrava don
Martín García de Loyola. Varias veces comentamos Julio y yo del fantástico cuadro que hay en
la antesala de la sacristía de la Iglesia de la Compañía de Jesús de la bella ciudad peruana de
Arequipa, que refleja ese matrimonio, tronco de los Marqueses de Santiago de Oropesa. Según
Luque Colombres Bárbola era “sobrina del Rey Inca del Perú, de la estirpe Imperial de Los
Incas, hija de Huira Cápac y de su mujer, Huacca Coya; nieta de Manco Inca, Emperador del
Perú y de su mujer, Coya Raba Ocllo, y nieta de Huaina Cápac, Emperador del Perú, y de
Pacha, Princesa real, hija de Hatun Toqui, Rey de Quito.”
También descendía Julio de José Miguel de la Carrera, Juan de Garay, Francisco Pizarro,
Hernán Cortés, Moctezuma, Cristóbal Colón, Jorge Manrique, sobrino del maestre de Santiago
Rodrigo Manrique, Conde de Paredes de Nava, etc. España y América siempre, en su pasado, y
en su presente. Mucho de Chile pero también del Perú. Recuerdo cómo me hablaba de los
vínculos de su familia con la propiedad de la Plaza de Toros de Acho, en Lima, la más antigua
de América.
Y por cierto, su hijo Julio, Barón de Monte Villena, se casó con una peruana, doña Verónica
Díez Dibós, y precisamente uno de sus nietos leyó después de la Misa de Difuntos una emotiva
nota de su propia autoría en la que se declaraba español, peruano y chileno, aunando en sí
linajes de uno y otro lado del océano. Siempre me acordaré cómo me contaba que al llegar al
Club Nacional, mi club en Lima, donde se celebró el banquete de la boda de su hijo Julio, mi tío
José Cabieses, hermano de mi madre y viejo amigo suyo, le acompañó en un exhaustivo
recorrido por el palacio limeño que alberga esa antigua institución fundada en 1855. “El club es
magnífico, Amadeo”, me decía, “pero me perdí el aperitivo perdido entre tanto salón”. Julio y
sus historias sin fin que tantas veces me arrepentí de no grabar.
Pues sí, Julio era imponente por su facha, elegantísimo siempre. Pero una de las virtudes que
más cautivaban en su persona era su prodigiosa memoria y su enorme capacidad para contar
historias y para escribirlas, aunque muchos le animábamos en vano a que redactara sus
memorias que, sin duda, serían verdaderamente interesantes. Así lo decía también el sacerdote
que celebró su funeral, y tenía razón.
Ahora que ha fallecido, puedo y debo contar algo que le retrata como persona y que constituye
la esencia de su personalidad leal y sincera. Hace años, cuando S.A.R. el Infante Don Carlos, al
que Julio quería de verdad con un afecto sin duda correspondido, me hizo el honor de pedirme
que formara parte del gobierno de la Orden Constantiniana como Vice-Auditor General de la
misma, me habló de Julio. El Duque de Calabria me explicó por qué tenía tanto aprecio por el
Conde de la Conquista: porque le decía siempre la verdad, aunque fuera dura. Esa lealtad, esa
franqueza, respetuosa pero desnuda de todo artificio, es la que anhelan los príncipes y es la que
Julio Conquista ofrecía, con toda fidelidad y devoción, al Gran Maestre de la Orden
Constantiniana. Por eso y por esa larga amistad el Infante y la Duquesa de Calabria estaban
presentes en el presbiterio durante su funeral, y en la nave también SS.AA.RR. los Duques de
Noto y S.A.R. la princesa Doña Cristina de Borbón-Dos Sicilias con su marido don Pedro
López-Quesada. Y el Gobierno de la Orden Constantiniana representado por su Vice-Gran
Prefecto el Duque de Huéscar, su Gran Canciller el Embajador don Carlos Abella y Ramallo, y
su Vice-Gran Tesorero don Florencio Álvarez-Labrador y Sanz, además de quien esto escribe.
Durante su larga vida, aunque para sus familiares y amigos nunca será lo suficientemente
dilatada, hizo muchas cosas y conoció a infinidad de personajes de diversos ámbitos. Fue
campeón de España de Tiro de Pichón en 1955. Gran amante de la naturaleza, que como buen
cazador defendió con uñas y dientes, fundó la Asociación para la Defensa de la Naturaleza
(ADENA) con el extraordinario naturalista que fue don Félix Rodríguez de la Fuente. Corría el
año de 1968 y más tarde se integraría en la World Wildlife Fund (WWF). Con Félix Rodríguez
de la Fuente poseyó la empresa Natura Films, siempre dedicada a la comunicación y formación
sobre la vida animal.
Julio fue Caballero de la Orden de Santiago, o del hábito de Santiago como gustaba decir. Ese
hábito, blanco y con la roja cruz en el centro, se colocó en un túmulo ante el altar donde se
celebró el funeral de corpore in sepulto. Julio era caballero no sólo de nombre sino también de
hechos. Se le reconoció recibiendo la Gran Cruz de Honor y Devoción de la Soberana Orden
Militar de Malta -para la que consiguió la representación diplomática en España con rango de
Embajada-, la Real en Insigne Orden de San Genaro, la Gran Cruz de Justicia de la Sacra y
Militar Orden Constantiniana de San Jorge, de la que fue hasta su muerte Secretario General y
Consejero de su Real Diputación, la Encomienda de la Orden de Isabel la Católica, o la
delegación de la Real Maestranza de Caballería de Valencia, de la que era maestrante. Fue
además decano del Real Cuerpo de la Nobleza de Madrid.
Por su linaje materno baste recordar que era nieto de don Manuel de Carvajal y Hurtado de
Mendoza Téllez-Girón, XVII Marqués de Águilafuente, y de doña María del Pilar Colón y
Aguilera de la Cerda, Duquesa de la Vega, hija a su vez de don Cristóbal Colón y de la Cerda,
XV Duque de Veragua, y de doña Isabel de Aguilera y Santiago de Perales, hija ésta de los
Marqueses de Benalúa.
Sobre su epitafio podrían escribirse muchas cosas. Mi amigo Fernando de Prado y Pardo
Manuel de Villena, hijo suyo, me decía que era a la vez bondadoso e irónico, y es cierto. Pero
¿no fue acaso uno de los últimos auténticos y genuinos caballeros hispanoamericanos?
Descansa en paz, querido Julio, y desde allá arriba sigue protegiendo a tu familia y queriendo a
tu mujer, doña Isabel Pardo-Manuel de Villena y de Verástegui, condesa viuda de la Conquista.
Madrid, a 15 de enero de 2013
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