Éxito del viaje de la hermana de S.M. el Rey de Bulgaria, Doña María Luisa (1991)
por Stephane Bern
(entonces) enviado especial de Figaro Magazine en Sofia
(entonces) enviado especial de Figaro Magazine en Sofia
Por vez primera en cuarenta y cinco años [por 1991], un miembro de la Familia Real búlgara volvió a Sofia. La entusiasmada multitud, que recibió a la Princesa María Luisa, hermana del Rey Simeón II, era expresión de la vitalidad del sentimiento monárquico.
Fueron tantos, miles, decenas e incluso cientos de miles de búlgaros de todas las edades, masas delante del aeropuerto de Sofia y a lo largo de la autovía que lleva al centro de la ciudad. Esperaron durante horas, con banderas nacionales, ramos de flores y retratos del Rey en la mano, la vuelta de la Knjaginja (hija del rey). Y cuando, por fin, ella puso sus pies en el suelo de su país, fue el delirio. El cortejo se abrió paso a duras penas, el Paseo de Lenin estuvo negro de una multitud llena de alegría, que gritaba sin cesar: "¡SIMEÓN! ¡SIMEÓN! ¡SIMEÓN!".
Mientras, el poder ex comunista había hecho todo lo posible para cercar a las masas, incluso recurrió a sabotear la electricidad con el fin de provodcar incidentes. Y a decir verdad, no se esperaba ver a más de 200.000 búlgaros descender por las calles de Sofia para recibir a la hija del bien amado Rey Boris III y reclamar la vuelta de Simeón II.
La visita turística de la Princesa María Luisa, que volvió "para que su marido conociera su país", tornó las perspectivas del plebiscito a favor de la Monarquía. Más de un resistente anticomunista no quiso dejar pasar la ocasión para saludar la vuelta de la Princesa. El escritor Rador Ralin, figura de la resistencia, el diputado monárquico Marol Jungaloff, diputados socialistas, personalidades eminentes de la oposición, incluso de primer rango como el presidente del sindicato libre Podkrepa, Constantino Trentchev. Si este último, oficialmente, no se podía pronunciar a favor de una solución monárquica, no callaba en privado su apoyo al Rey y a la Familia Real.
"La única persona que no está politizada en Bulgaria, la única que puede permitir una consolidación de la nación y la única de la que se puede estar seguro de que no estuvo comprometida con los comunistas, esa persona es el Rey Simeón II."
Este reencuentro con la historia fue también un momento de emoción. Fue volver a ver a sus "viejos compañeros de cuando tenían trece años", su visita al Monasterio de Rila, donde el Rey Boris III fue inhumado temporalmente, el paseo del antiguo Palacio Real de Vrana, dejado abandonado, y el recogimiento de la Princesa ante lo que creía era la tumba de su padre. Y ¿cómo olvidar la ovación que ella recibió en el estadio de Sofia durante el final de los dos equipos campeones de Bulgaria? ¿Cómo no evocar las oraciones fervorosas durante la misa dominical en la Catedral de San Alejandro Nevski? Foto: S.M. el Rey Boris III.
La visita de la Princesa devolvió, seguramente, el espíritu al pueblo búlgaro. Así, Víctor, un joven estudiante de veinte años, se inclinó a besar la mano de su Princesa. "Sólo el Rey puede salvarnos. Con sus relaciones internacionales puede salvar nuestra economía, y como él es neutral, puede recomponer el país." ¿Simplista? Quizás, pero hoy por hoy, al Rey Simeón II se le ve como el papa Noël, el Salvador.
Esta visita fue también un test para la Monarquía. Tanto en el Partido Socialista como en la oposición se tiene conciencia de ello. "De hoy en adelante hay que contar con el Rey", confíaba, reticente, Stefan Savov, entonces presidente del Partido Democrático y que estuvo decidido a hacer una visita al Rey en Madrid. Foto: S.A.R. la Princesa María Luisa recibida calurosamente por el pueblo.
Pero tampoco los ex comunistas fueron los más recelosos en esperar la vuelta del Rey: Le veían como una varilla mágica para hacer milagros en un clima político extremadamente tenso y veían a Simeón II como una cura de salud. Sea como fuere, la Monarquía volvió a ser, claramente considerada, una cosa que parecía aún impensable hasta 1989. La ironía de la historia, cuanrenta y cinco años [por 1991] después de la toma violenta del poder por los comunistas en Sofia, la Monarquía cada día ganaba terreno y puntos.
Lo dijo S.M. el Rey Simeón II en 1965:
"Estoy seguro que si mañana el pueblo quiere elegir el restablecimiento de la Constitución de Tirnovo, no deberemos defraudarlo. Y digo elegir,. porque deseo (si al pueblo se le da la oportunidad de votar) de ratificar mi victoria con un plebiscito, a pesar del hecho de que, de acuerdo con nuestra Constitución, estoy en el vigésimo segundo año de mi reinado."
La anulación del referéndum institucional, fijado precipitadamente por el gobierno de entonces para el 6 de julio de 1991, fue un paso hacia adelante para el restablecimiento de la legitimidad de la Constitución de Tirnovo. Pero los comunistas nunca dejan de maniobrar para evitar una restauración monárquica o el restablecimiento de la constitución democrática que estaba en vigor hasta el golpe de estado llevado a cabo por los comunistas con el apoyo de los invasores soviéticos. Posteriormente, se aprobó una nueva constitución sin restablecer la de Tirnovo, seguramente un error muy grave. Está visto que los políticos, en cuanto se acostumbran a no tener a un Rey que les vigile o modere, ven mucho más fácil utilizar la máxima institución del estado nen su propio beneficio, no en el beneficio de su pueblo. Esa es la esencia de la república.
Publicado en Monarquía Europa Nº 1 - Año 1 - Junio/Agosto 1991 - con ligeras actualizaciones
Fueron tantos, miles, decenas e incluso cientos de miles de búlgaros de todas las edades, masas delante del aeropuerto de Sofia y a lo largo de la autovía que lleva al centro de la ciudad. Esperaron durante horas, con banderas nacionales, ramos de flores y retratos del Rey en la mano, la vuelta de la Knjaginja (hija del rey). Y cuando, por fin, ella puso sus pies en el suelo de su país, fue el delirio. El cortejo se abrió paso a duras penas, el Paseo de Lenin estuvo negro de una multitud llena de alegría, que gritaba sin cesar: "¡SIMEÓN! ¡SIMEÓN! ¡SIMEÓN!".
Mientras, el poder ex comunista había hecho todo lo posible para cercar a las masas, incluso recurrió a sabotear la electricidad con el fin de provodcar incidentes. Y a decir verdad, no se esperaba ver a más de 200.000 búlgaros descender por las calles de Sofia para recibir a la hija del bien amado Rey Boris III y reclamar la vuelta de Simeón II.
La visita turística de la Princesa María Luisa, que volvió "para que su marido conociera su país", tornó las perspectivas del plebiscito a favor de la Monarquía. Más de un resistente anticomunista no quiso dejar pasar la ocasión para saludar la vuelta de la Princesa. El escritor Rador Ralin, figura de la resistencia, el diputado monárquico Marol Jungaloff, diputados socialistas, personalidades eminentes de la oposición, incluso de primer rango como el presidente del sindicato libre Podkrepa, Constantino Trentchev. Si este último, oficialmente, no se podía pronunciar a favor de una solución monárquica, no callaba en privado su apoyo al Rey y a la Familia Real.
"La única persona que no está politizada en Bulgaria, la única que puede permitir una consolidación de la nación y la única de la que se puede estar seguro de que no estuvo comprometida con los comunistas, esa persona es el Rey Simeón II."
Este reencuentro con la historia fue también un momento de emoción. Fue volver a ver a sus "viejos compañeros de cuando tenían trece años", su visita al Monasterio de Rila, donde el Rey Boris III fue inhumado temporalmente, el paseo del antiguo Palacio Real de Vrana, dejado abandonado, y el recogimiento de la Princesa ante lo que creía era la tumba de su padre. Y ¿cómo olvidar la ovación que ella recibió en el estadio de Sofia durante el final de los dos equipos campeones de Bulgaria? ¿Cómo no evocar las oraciones fervorosas durante la misa dominical en la Catedral de San Alejandro Nevski? Foto: S.M. el Rey Boris III.
La visita de la Princesa devolvió, seguramente, el espíritu al pueblo búlgaro. Así, Víctor, un joven estudiante de veinte años, se inclinó a besar la mano de su Princesa. "Sólo el Rey puede salvarnos. Con sus relaciones internacionales puede salvar nuestra economía, y como él es neutral, puede recomponer el país." ¿Simplista? Quizás, pero hoy por hoy, al Rey Simeón II se le ve como el papa Noël, el Salvador.
Esta visita fue también un test para la Monarquía. Tanto en el Partido Socialista como en la oposición se tiene conciencia de ello. "De hoy en adelante hay que contar con el Rey", confíaba, reticente, Stefan Savov, entonces presidente del Partido Democrático y que estuvo decidido a hacer una visita al Rey en Madrid. Foto: S.A.R. la Princesa María Luisa recibida calurosamente por el pueblo.
Pero tampoco los ex comunistas fueron los más recelosos en esperar la vuelta del Rey: Le veían como una varilla mágica para hacer milagros en un clima político extremadamente tenso y veían a Simeón II como una cura de salud. Sea como fuere, la Monarquía volvió a ser, claramente considerada, una cosa que parecía aún impensable hasta 1989. La ironía de la historia, cuanrenta y cinco años [por 1991] después de la toma violenta del poder por los comunistas en Sofia, la Monarquía cada día ganaba terreno y puntos.
Lo dijo S.M. el Rey Simeón II en 1965:
"Estoy seguro que si mañana el pueblo quiere elegir el restablecimiento de la Constitución de Tirnovo, no deberemos defraudarlo. Y digo elegir,. porque deseo (si al pueblo se le da la oportunidad de votar) de ratificar mi victoria con un plebiscito, a pesar del hecho de que, de acuerdo con nuestra Constitución, estoy en el vigésimo segundo año de mi reinado."
La anulación del referéndum institucional, fijado precipitadamente por el gobierno de entonces para el 6 de julio de 1991, fue un paso hacia adelante para el restablecimiento de la legitimidad de la Constitución de Tirnovo. Pero los comunistas nunca dejan de maniobrar para evitar una restauración monárquica o el restablecimiento de la constitución democrática que estaba en vigor hasta el golpe de estado llevado a cabo por los comunistas con el apoyo de los invasores soviéticos. Posteriormente, se aprobó una nueva constitución sin restablecer la de Tirnovo, seguramente un error muy grave. Está visto que los políticos, en cuanto se acostumbran a no tener a un Rey que les vigile o modere, ven mucho más fácil utilizar la máxima institución del estado nen su propio beneficio, no en el beneficio de su pueblo. Esa es la esencia de la república.
La Monarquía Búlgara
678: Creación del estado búlgaro.
679-1018: Primera Monarquía
865: Reinado de Boris I, cristianización del pueblo búlgaro.
893-897: Reinado de Simeón I, edad de oro cultural y política.
1018: Bulgaria conquistada por Bizancio.
1186-1396: Segunda Monarquía
1396: Conquista por el Imperio Otomano.
1884: Independencia de Bulgaria. Alejandro de Battemberg primer príncipe soberano del nuevo Principado de Bulgaria como Alejandro I de Bulgaria.
1887-1946 (1946): Tercera Monarquía
1887: Fernando I, Príncipe de Bulgaria.
1908: Fernando I se proclama Rey de Bulgaria.
1918: Abdicación de Fernando I a consecuencia de la Primera Guerra Mundial.
1918: Boris II, Rey de Bulgaria
1943: Boris II asesinado por los invasores comunistas.
1943: Simeón II entronizado.
1946: El Ejército Rojo de la URSS obliga al Rey al exilio.
Publicado en Monarquía Europa Nº 1 - Año 1 - Junio/Agosto 1991 - con ligeras actualizaciones
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